Hoy quiero y necesito llorar. Llevo todas las navidades intentando pensar en otra cosa y tengo que reconocer que he hecho un buen trabajo, lo he llevado bien. Hasta hoy.
Con Dani, en la última Nochebuena que pasó con nosotros. |
Por entonces, yo vivía muy cerca así que mis hermanos (menos Gema, que tenía que estar con sus hijos), Germán (ya era como de la familia pero, desde entonces, ya no podrá deshacerse de nosotros aunque quiera) y yo nos fuimos a mi casa a pasar la noche repartidos en las camas y los sofás. No tenía uvas pero sí frambuesas congeladas para hacer una tarta de queso y eso fue lo que se tomó con las campanadas.
Habíamos cenado bocadillos y un paquete de patatas que Dani y Germán habían comprado de camino a casa en el único sitio que encontraron abierto. Nos acabamos los bocatas casi a lo justo para tomar las uvas o, mejor dicho, las frambuesas. No olvido la cara de Patricia haciendo morisquetas con la cara por lo ácidas que estaban (siempre encuentra la forma de hacer reír en los peores momentos).
Parece absurdo que recuerde este tipo de cosas cuando casi todo lo de esos días lo tengo un poco borroso, como si en realidad no lo hubiese vivido sino que hubiera sido un sueño.
El 1 de enero de 2012, a las 15:00 horas murió mi madre. No estoy segura pero creo que aun no había escrito sobre esta fecha. Sí te había hablado sobre cuánto la he echado de menos (aun lo hago a día de hoy) pero no sobre esa navidad.
Tengo que decir que no sé cómo lo hubiese superado (no sólo el fallecimiento de mi madre, sino todas las circunstancias que lo rodearon) sin mis hermanos, a quienes hoy no puedo tener cerca. Aun así, soy muy afortunada teniéndolos. Y también tengo que hacer referencia, como ya he comentado en Facebook, al apoyo de Germán que se unió a nosotros renunciando a celebrar el fin de año con su familia y amigos (aunque nosotros también somos ambas cosas, no estábamos de celebración).
Estuvo con nosotros, en los fríos pasillos de un hospital, cenando un bocadillo y cambiando de año con frambuesas. No, no es algo muy común así que no esperes eso de cualquiera.
La imagen siguiente es del 3 de enero de 2012, la mañana de "la despedida". Acabábamos de esparcir sus cenizas y Patricia soltó una tontería antes de que yo disparara la foto para romper la tristeza que amenazaba con rompernos a pesar de nuestros intentos por "aguantar el tipo" por y para los demás.
Como he dicho al principio, quiero y necesito llorar pero tengo el temor de abrir esa puerta, que tanto me costó cerrar, y no poder volver a bloquearla después.
Cádiz, 11 de enero de 2012 |
Como dicen en el musical Annie, mañana saldrá el sol. Que tanto tú como yo tengamos un feliz 2015.
No temas abrir esa puerta, de vez en cuando es necesario. No será tan difícil volver a cerrarla, no como la primera vez. Un besito.
ResponderEliminarA veces hay que abrir puertas y volver a sentir para luego ver la luz y seguir hacia delante. Mi madre falleció el 5 de diciembre de 1999, el día 7 de diciembre era su cumple y el 26 de este mismo mes el aniversario de boda.
ResponderEliminarCuando llega diciembre empiezo deseando que llegue el 1 de enero. Pero ahora tengo mi propia familiar y miro cada día la suerte que tengo de tener a una hija que es mi locura y mi razón de ser. Y ella es mi luz que me hace seguir hacia delante y cada vez que miro sus ojos veo a mi dulce mami y siento que aunque ella no esté aquí, siempre estará conmigo. Como me dijo unos días antes de su marcha, yo siempre estaré contigo aunque no esté.
Un beso y sigue siempre hacia delante. Lo mejor siempre está por venir... y viene.