Un día horrible, un día maravilloso. Un día de dolor, un día de amor. Un día de reencuentro, de recuerdos de vivencias compartidas. Un aniversario, una noticia. Un día para olvidar, un día para recordar...
John Lennon dijo algo como que la vida es aquello que te pasa mientras tú estás ocupado haciendo otros planes. Pero hay veces que la vida no te pasa, te sobrepasa, te devora y luego te escupe. Y cuando te quieres dar cuenta, no te reconoces a tí mism@. Eso nos puede pasar a cualquiera si se dan las circunstancias menos favorables.
No es algo que hayas planeado, no es algo que hubieras deseado. Es lo que sucede cuando te pasan demasiadas cosas o demasiado fuertes como para que puedas asumirlas. Cada persona es distinta, cada cual afronta las dificultades de diferente manera. Y cuando no tienes medios para afrontar lo que viene, necesitas ayuda externa; bien de personas, bien de otro tipo.
Cuando llegas a ese punto en que ya no te reconoces ni en el espejo, pueden suceder dos cosas: que tires la toalla o que decidas luchar, coger al toro por los cuernos y retomar tu vida. Por suerte, pertenezco a una familia de luchador@s, que pueden caer pero no rendirse. No nos enseñaron a rendirnos.
A ese momento debes llegar sol@, a ese instante en que dices HASTA AQUÍ, nadie te puede guiar. Pero a partir de ese punto ya no tienes que caminar en soledad. Para eso está la gente que te quiere y que te va a acompañar mientras tú lo permitas.
En tu caso somos, como poco, tu familia. No te vamos a dejar, no te vamos a soltar. No vamos a permitir que te alejes. Estaremos ahí, a tu lado, como hemos estado siempre, aunque a veces se te haya olvidado.
Porque si hay algo cierto en este mundo es que te queremos.