Hoy soy un poco más feliz. En este momento, estoy casi eufórica.
No se han acabado mis problemas, que son muchos. Sigo sin saber qué va a ser de mí mañana o al día siguiente. Es decir, mi vida personal no ha cambiado.
Pero ha cambiado algo mucho más grande, algo que trasciende a una o a muchas personas y que, a la vez, nos afecta directamente.
Mi ciudad, Cádiz, ha sido gobernada durante veinte años por una alcaldesa del PP. Los últimos cuatro años con mayoría absoluta. No es exagerado decir que ha gobernado de espaldas al pueblo que le confió su futuro. Ignorando el paro, la miseria, la infravivienda... en fin, las cosas por las que mi ciudad siempre aparece en las noticias.
Hoy, 13 de junio, se ha constituido una nueva corporación municipal con un gaditano joven a la cabeza: José María González Santos, joven pero muy conocido en la ciudad por su compromiso social. También es conocido por formar parte de una de las comparsas más conocidas, comprometidas y queridas de la ciudad. Pero esto, que algunos han utilizado para tratar de desmerecer a este joven, no es más que una parte de él (para mí, tan respetable como cualquier otra; al fin y al cabo, el Carnaval es la forma en que mi pueblo se expresa).
Aunque la lista encabezada por José María González no fue la más votada en las últimas elecciones municipales, los gaditanos sí que habían votado por un cambio, un giro a la izquierda, Y ello ha sido posible gracias a que los concejales electos han comprendido lo que el pueblo les estaba pidiendo y han decidido asumir la responsabilidad.
Tengo que decir que aunque soy de izquierdas (roja, me llaman), hace mucho que la política me dejó de interesar. No la política en sí sino lo que los políticos han venido haciendo de ella. Corrompiendo el sistema democrático y dedicándose a la buena vida ignorando la responsabilidad que tienen para con los que los habían votado. Puede que sea un problema de enfoque, es decir, el fallo está en mí ya que yo creo firmemente en lo que la Constitución Española de 1812, La Pepa, firmada en esta tierra, decía en su Artículo 13 "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen".
José María González Santos, gaditano viñero, me ha devuelto algo que creí imposible, la ilusión, la fe en que los representantes del pueblo elegidos democráticamente son los responsables de hacer avanzar la sociedad tratando de cubrir las necesidades de los ciudadanos, la meta debe ser su felicidad. Me emociona, aun más, que ni José María González ni sus compañeros de lista y ahora concejales tengan una trayectoria política. Eso que a muchos les parece un defecto, a mí me resulta reconfortante. Son ciudadanos, como yo, como tú, que saben cuáles son nuestros verdaderos problemas; son nuestros vecinos, no pertenecen a ninguna élite.
Por supuesto, el trabajo que tienen por delante es arduo y el listón está muy alto. No por como lo ha hecho su predecesora sino por la ilusión que han sido capaces de generar. Tengo que decir que sé que hay muchas posibilidades de que me decepcionen porque es mucho lo que espero de ellos pero, en este momento, prima la ilusión.
Por supuesto, el trabajo que tienen por delante es arduo y el listón está muy alto. No por como lo ha hecho su predecesora sino por la ilusión que han sido capaces de generar. Tengo que decir que sé que hay muchas posibilidades de que me decepcionen porque es mucho lo que espero de ellos pero, en este momento, prima la ilusión.
Como he dicho más arriba, hoy comienza un nuevo ciclo, se abre un nuevo camino con uno de nosotros como alcalde. Enhorabuena Kichi y enhorabuena a todos los gaditanos.